Durante la década de los noventa la configuración territorial de los países de América Latina y El Caribe se modificó sustancialmente como resultado de procesos exógenos y endógenos, económicos, sociales y políticos que afectaron a los movimientos de su población, a la localización de sus actividades productivas y a los instrumentos de planificación y gestión surgidos en las décadas anteriores. Este documento reconoce que la mencionada configuración obedece en primer lugar a un proceso de globalización que modifica la matriz locacional de actividades económicas y de población, alterando la clásica división entre regiones marginales, a la lógica de expansión territorial del modelo de crecimiento vigente y regiones con sectores económicos en declinio, ya que la velocidad y signo de los cambios obligan a una reconversión productiva permanente. Como respuesta a este proceso, fundamentalmente exógeno, los países de la región han revitalizado los mecanismos de integración supranacional que se retroalimentan como respuesta a la superación de los diferendos limítrofes, agregando una mayor complejidad a los factores que modifican la configuración territorial. En este contexto, el documento plantea, que la configuración territorial de los países está determinada por los efectos territoriales de los modelos de desarrollo que buscan conciliar el crecimiento económico con una mayor equidad en la distribución de los frutos de ese mayor crecimiento económico. La lógica sociopolítica de estos procesos de cambio permanente de 'regiones ganadoras' y 'regiones perdedoras' torna poco eficaces a los esquemas de planificación y gestión territorial surgiendo una pléyade de nuevos actores de nivel subnacional que han derivado en procesos de descentralización que complejizan aún más la situación descrita.