La inflación ha ocupado, casi desde mediados del siglo pasado, un lugar cada vez más importante en la teoría y discursos económicos. Desde luego se le ha visto por parte de la escuela de pensamiento dominante como el peor de los males y generada por excesiva ingerencia de los gobiernos en la economía y la inconsistencia temporal de las políticas emprendidas por este. Aunque explicaciones alternativas tienen cada vez menos acogida, este artículo pretende revisar el tratamiento dado a la inflación desde una mirada estructural al sistema económico. Se considera un marco alternativo para descifrar los determinantes del alza consistente de los precios como un fenómeno que no es monetario estrictamente basándose para esto en la clásica división sectorial de la economía que caracteriza la escuela escandinava.