A primera vista la historia parece corriente. En 1957, Robert Solow, un profesor del MIT, propuso una teoría del crecimiento que parecía tener varias ventajas al tiempo sacaba al campo nuevo, y poco estudiado, de la teoría del crecimiento del terreno incierto y heterodoxo en el que lo habían hecho nacer Harrod y Domar al final de los años 30's; le daba -en forma elegante y sencilla- una fundamentación neoclásica, que coincidía con la naciente expansión del programa de investigación neo-walrasiano a todos los ámbitos de la teoría económica, y le garantizaba, además, un carácter predictivo y cuantitativo que la anterior teoría ni siquiera había pretendido tener. Esto último fue definitivo para su rápido éxito el modelo de Solow no sólo intentaba explicar el crecimiento económico, sino que generaba predicciones corroborables sobre las tasas de crecimiento, la contribución de los factores productivos al mismo, y la tendencia a la igualación de las relaciones capital/trabajo de economías definidas en un contexto competitivo. Los ajustes econométricos logrados con los datos sobre el crecimiento del producto per*cápita de los Estados Unidos en el periodo 1909-1949, además de corroborar el poder predictivo del modelo, le daban una ventaja adicional la capacidad de captar la impresionante estabilidad del crecimiento del producto per-cápita de los Estados Unidos para el periodo mencionado más arriba. Pero el éxito del modelo de Solow iba mucho más allá de su simple poder predictivo: se trataba de un modelo ejemplar en el sentido epistemológico. Lucas (1988) señala tres características fundamentales que harían de la propuesta de Solow un modelo ejemplar de teoría económica exitosa como un ejemplo de la forma (...) que deben tomar teorías agregadas útiles, como una oportunidad de explicar exactamente qué nos pueden decir teorías de este tipo que teorías de otras clases no pueden, y como una posible teoría del desarrollo económico. En este último aspecto la teoría falla miserable, pero también sugestivamente”. (Lucas, 1988, 67). Por ello, el éxito del modelo y su larga supervivencia estaban no tanto en su manifiesta capacidad para ajustarse a los datos sobre crecimiento provenientes de las estadísticas de diversos países, sino en su poder de generar un modelo válido, tanto en lo teórico como en lo empírico, para un nuevo campo de la teoría económica. El modelo de Solow era predictivo, agregado, estable, sencillo, y además de todo, podía exhibir un digno origen neoclásico en su fundamentación teórica: es muy difícil encontrar un éxito mejor fundamentado en el desarrollo reciente de la teoría económica. El, pero viene, sin embargo, dos décadas más tarde, y no sin una cierta ironía, pues llega de la mano de lo que fuera uno de los fuertes del modelo en sus primeros años su poder predictivo.