La estructura económica de un país se transforma en el curso de su desarrollo. La población migra de las actividades de baja productividad en el campo hacia las mejor remuneradas en la construcción, los servicios y la industria que se concentran en las ciudades. A su vez, la agricultura y en menor medida la ganadería va adquiriendo una organización industrial: Contratan trabajadores asalariados, arriendan tierras para cultivos temporales o las adquieren para establecer plantaciones, y se mecanizan, de acuerdo con las necesidades, los precios relativos y las políticas públicas. Así como se eleva la productividad de las actividades urbanas, la atención de los crecientes mercados y la competencia inducen al sector agropecuario a combinar de mejor manera los factores productivos, a reducir costos y a elevar también su productividad.