Propongo tres conjuntos amplios de pilares de economía política para la persistencia del conflicto y el Estado débil. Primero, una “trampa de bienes públicos” arraigada en la desigualdad implica que la amplia oferta y demanda de bienes públicos se refuerzan entre sí. Segundo, las rentas económicas y políticas crean interés en el status quo. Las rentas políticas son particularmente problemáticas, en parte porque los reformadores enfrentan una maldición de dimensionalidad: muchas cosas tienen que funcionar bien para que la capacidad del Estado y la paz estable se consoliden. Por último, un patrón muy clientelista de intercambio político consolida un Estado débil, y los Estados débiles son un terreno fértil para el clientelismo.