La compra de tierras no es una opción avanzada desde la perspectiva empresarial, por la sobrevaluación generalizada de las buenas tierras del país respecto a su capacidad productiva y la baja tasa de retorno de la inversión. Más bien puede afirmarse que la apropiación de tierras tiene la lógica económica de ser un ahorro a largo plazo, y una protección segura contra la devaluación de la moneda, y la lógica social de representar uno de los fundamentos principales del dominio político regional" (Reyes, 1997:293). ". . .Es una vergüenza que los dos partidos más importantes, el liberal y el conservador, hayan estado hablando de la reforma agraria por cincuenta años, sin resolverse a hacerla. ¿Están esperando que otros, desesperados, la hagan a la fuerza?" (Echavarría Olózoga, 1997:5a) "... Un impuesto de esta naturaleza sería una forma más transparente de contribuir al desarrollo social, que ofreciendo regalar quién sabe qué tierras" (Kalmanovitz, 1997:12)"