Usualmente la calidad del empleo ha sido analizada a través de indicadores sintéticos. Sin embargo, esta aproximación carece de un marco teórico que respalde la ponderación de las variables dentro del indicador. Con el fin de superar dicha deficiencia, se utilizan la teoría del consumidor y las escalas de equivalencia para evaluar la calidad del empleo. Con base en la Encuesta de Calidad de Vida de 2010 se encuentra que el 62,4% del total de la ocupación es de buena calidad. El empleo de mayor calidad se concentra en el centro de la distribución etaria, siendo de menor calidad los empleos juvenil y de adultos mayores, lo que da nueva evidencia de la existencia de un ciclo de vida laboral. Adicionalmente, se encuentra nueva evidencia de la importancia de las economías de escala en consumo por tamaño de los hogares para mantener o mejorar el bienestar.