Cuando la educación y los ingresos de los individuos dependen principalmente de características heredadas, la inequidad se perpetúa y la política social tiene menor espacio para corregirla. Este estudio se compone de dos partes. La primera presenta algunas mediciones de la movilidad social en Colombia, y la segunda simula una situación en la cual las personas tendrían las mismas oportunidades, si se igualan las características heredadas. El estudio muestra que, si las personas tuvieran las mismas oportunidades al nacer (igualdad de características heredadas), el nivel de desigualdad económica que prevalecería podría mejorar entre 12% y 28% (según los índices de Gini o de Theil, respectivamente), tanto para individuos como para los hogares. No obstante que esto mejoraría la situación de desigualdad en Colombia en el contexto latinoamericano y mundial, aún sería muy elevada para los estándares internacionales. Los resultados indican que la desigualdad en la distribución del ingreso está asociada, principalmente, y más en el caso de hombres que de mujeres, con el nivel educativo de los padres. Esto implica que, para evitar el ciclo generacional de reproducción de la desigualdad, se requiere de un esfuerzo intenso en materia educativa para las generaciones jóvenes. Otras condiciones como características étnicas, origen rural y región de residencia, también generan desigualdad en el contexto nacional, pero su influencia es menor y menos estable en el tiempo. A pesar de la influencia de la educación en la desigualdad, resultan también importantes factores económicos y culturales, como el mercado de trabajo y la composición familiar. Por ello, si bien es cierto que el sistema educativo debe ser una prioridad de política, progresos en cobertura y calidad de la educación, deben acompañarse de otros programas de protección social que contribuyan a mejorar la composición de la unidad familiar, la independencia económica de los hogares, los ingresos alternativos al laboral y a disminuir su vulnerabilidad.